martes, 18 de octubre de 2011

LA MALA EDUCACION




Hace dos fines de semana el suplemento de un periódicoo nacional, publicó un articulo de Silvia Grijalba, titulado “POR FAVOR, DEJE A SU HIJO EN CASA, CUANDO VENGA A CENAR”.

En él comentaba que varios restaurantes de España, han puesto el letrero de “niños no”, visto así parece una barbaridad, pero no.

A quién no le ha pasado estar en un restaurante comiendo, y no me refiero a esos sitios de hamburguesas, y juguetes, no, y tener cerca de tu mesa un grupo familiar y los niños, sin saberse comportar, dando el coñazo a toda la sala y los padres, como si no fuera con ellos o mirándolos co n adoración, mira mis niños que guapos son... y los demás poniendo caras de circunstancias, y deseando pagar, sin tomar ni café, por miedo a que esos pequeños te den una patada, te tiren algo o si se te ocurre decir, educadamente a los padres, que por favor, controlen a los niños, lo más seguro es que te monten un pollo, e incluso te insulten, por raro, cuando menos, por no aguantar lo que es “normal” en niños.

Este verano, un cliente de Barcelona que viene con cierta asiduidad, mayor, educado, padre de 5 hijos y abuelo de más de 10 pequeños, comentaba este tema, mucho antes de salir el articulo que os he comentado más arriba. Me decía que le gusta estar en el Zaguán, porque es un sitio muy tranquilo y con buena música, estábamos hablando, no teníamos mucho trabajo y podíamos atender a los clientes y mantener una buena conversación con él, hasta que llego un grupo con niños, que en nuestro local no es muy habitual, porque prefieren algo con platos combinados, patatas fritas...y nosotros no tenemos nada de eso, pero alguna vez ocurre que los padres quieren degustar algo diferente y entran con los pequeños.

Cuando los niños empezaron a levantarse, gritar, tirar cosas al suelo, yo cada vez subía más la música...imposible, tuve que bajarla porque parecía un circo, a los padres, curiosamente parecía no molestarles, me parece muy bien, pero a los demás clientes y a los dueños nos estaban molestando, y no poco.

Este cliente me comentó, que no hacía muchos días, en un restaurante de la parte alta de Barcelona, le ocurrió una anécdota con niños, bueno él se refirió con padres, porque los niños, son lo que los padres les permiten. Estaba comiendo, solo, en una mesa, cuando se sentaron una pareja con dos niños, de unos 9 años, a gritos pidieron la carta, a gritos, se negaban a comer lo que les habían puesto, a gritos los padres les ddecían..ppuesno comerais fuera de casa más, ppuesesta tarde no iremos al parque... El hombre ya se había comido, según me contó, una menestra fabulosa y cuando le sirvieron la lubina, le dijo al responsable de la sala que por favor, hiciera algo con esos niños que estaban de mesa en mesa...y lo miró con asombro y le dijo: son niños... entonces él se levantó y le dijo: me voy, por supuesto no voy abonar la cuenta y hablaré francamente mal de este lugar, parte de la conversación fue oída por los padres: lo insultaron, le dijeron que mejor que se fuera, si no sabía comportarse...la mujer le encaró: tú también habrás tenido hijos, y tienen que moverse... él con un tono de voz muy bajo, y una modulación correcta del castellano le dijo: señora, yo he tenido hijos y he salido a muchos sitios, de dentro y fuera de España, lugares económicos y sitios como este, y siempre, en cualquier lugar, se han sabido comportar. Porque la diferencia entre ustedes y yo es que yo los he educado y ustedes los están criando, y criar, crían hasta los animales. Y se fue, sintiendo la mirada de casi todos los comensales, la boca abierta de la madre de las criaturas y el estupor del responsable de la sala.

Cuando en el Zaguán fue haciéndose muy difícil escuchar la música, pagó y se fue.


Y hace unos pocos días, en uno de los últimos fines de semana del verano me ocurrió una anécdota, curiosa cuando menos.

Estaba a punto de cerrar a las 3,30 cuando entraron una pareja con una niña de unos 12 años y un chico de unos 7.

Los padres ni siquiera saludaron, se dedicaron a pedir, comer y estar en estado Zen, mientras el niño, se dedicaba a sacar todas las servilletas, y tirarlas al suelo, una de las veces, cuando me acerqué a llevarles un plato, le quité de las manos al niño, el servilletero, los padres seguían sin decir ni mu...el niño se enfadó, y los padres le cuchicheaban a su oído y el niño me miraba furibundo...

Tenía que hacer otra cosa y fue, ir al baño, continuamente, abrir y cerrar la puerta, con tanta fuerza, que la rompió, salí del mostrador y le dije muy seria: deja de entrar al baño, has roto la puerta. Los padres, siguieron sin decir nada, absolutamente nada... el niño se enfadó, pataleó, gritó, y los padres continuaban diciéndole tonterías, sin decirle en ningún momento, estate quieto, comportate bien.

Al poco el niño fue en dirección al baño, y yo que no tenía ningún cliente más no le quité ojo, y el niño desafiante en su mirada, se iba acercando a la puerta, bajé la música y le dije: ni se te ocurra volver a entrar al baño.

Se fue corriendo a refugiarse en los brazos de los padres y la madre le dijo: la señora te va ...porque no te deja ir al baño...Y entonces le dije, no señora, yo no voy a hacerle nada a su hijo, es usted quien debería de hacerlo, por su bien, por el del niño, para que pueda comportarse, para vivir en sociedad...me miraron muy raros los padres, creo que no me entendieron...Me pidieron postre, y les dije que se me había acabado...pagaron y se fueron...

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