domingo, 12 de enero de 2014

EL DESPOTICO USO DE LAS ENFERMEDADES




No sé si soy la mas indicada para tratar el tema, deberían de hacerlo los demás, los que viven conmigo. Mi enfermedad puede que les conlleve un dolor y una preocupación, pero lo que jamás les ha llevado es a un abuso por mi parte utilizando mi estado.

Hace no mucho conocí a una persona con una enfermedad, y no es una enferma es una dictadora. Emplea su estado para que los demás hagan lo que ella quiere, utiliza el chantaje emocional y nos hace “bailar” a la música que ella “toca”.

Es algo vergonzoso, al menos visto desde fuera, pero llega a tanto su forma de creerse “especial” por una enfermedad que si tiene controlada, no es para tener limitaciones y encima no le produce ningún dolor, que se niega a trabajar, pasa los días haciendo lo que quiere, sin responsabilidades de pareja, familia, amigos, trabajo, sin nada que no sea ella, y su santa voluntad...

Sé de que enfermedad se trata porque me lo han dicho, pero la enfermedad que de verdad le esta afectando para sus relaciones se llama EGOISMO.

Es tal su forma de actuar despóticamente, que los que no nos plegamos a esa forma de tratarnos que se permite ser grosera, mal educada y desagradable, con unas personas que solo queremos el bien para ella y para todos los que la quieren, que sufren mucho por su forma de comportase, más que por su enfermedad, enfermedad que ella lleva de escudo y bandera para seguir pisoteando a todo y todos.

Si hablara con ella le diría que precisamente a mí, que tengo una empatia especial con los enfermos, no puede ni engañarme ni le voy a tolerar su trato hacia mi, una persona que solo ha tenido para ella palabras agradables y educadas y mucha comprensión.

Ella tiene mucho egoísmo, como he dicho antes y sobre todo muy poca vergüenza, ya que cuando uno se equivoca y se comporta de la forma en la que ella lo ha hecho, le tiene que faltar el tiempo y pedir una disculpa.

Pero ella, como va a hacer eso... su “ego” no se lo permite, somos los demás los que tenemos que rendirle pleitesía.

Mira, niña, podrías ser mi hija, no cojo el teléfono y te digo cuatro verdades, porque poco me importas, y solo por la diferencia de edad, si tuvieras la educación que deberías de tener no deberías  haber actuado como lo has hecho.

Ahora ya es tarde, sé que no lo harás, pero conmigo has terminado, no suelo cerrar puertas, tengo un aguante infinito y una comprensión hacia los demás fuera de los límites, pero cuando cierro una puerta jamás la vuelvo a abrir.

Así que ya lo sabes, no vuelvas a llamar a mi casa, te colgaré el teléfono como hiciste conmigo, no preguntes por mí, porque yo no lo volveré hacer por ti. Solo deseo lo mejor, para tu vida, y para todos los que te rodean, que sinceramente, te deben de querer mucho, para aguantarte, pero recuerda que todo tiene un límite, TODO y TODOS.
 
 
 

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