Por decirlo de una forma suave... El
año ha empezado mal de salud para mi madre, no es que lo terminara
bien, pero mejor que esta. No voy a entrar en si ha tenido mala
atención, que tal o cual, tres ingresos en un mes, en su ya estado
de salud delicado, precario, como los médicos me dicen, nunca lo
había oído en salud, en tema económico, sí, pero así estamos.
Estos días de ambulancias, madrugadas
en sillas de salas de espera, mascarillas, miedo, impotencia, dolor,
muerte, de todo lo que hemos visto en esos pasillos te hacen
recapacitar tantas cosas.
La verdad es que mi vida esta rodeada
de enfermedad y hospitales, pero no estoy ni deprimida ni tan
vulnerable como cuando es a alguien muy cercano y querido, como mi
hija, hace un tiempo y ahora mi madre.
Mi madre que siempre ha tenido una mala
salud, la que sus hermanos siempre recuerdan enferma, la que yo
siempre la asocio a estar con depresiones y sin hacer nada, ni para
ella ni para mi padre ni para mí, ni cuando era una niña. El
primer día que hablamos con el Jefe de Servicio que es el que ahora
la atiende, nos dijo una frase que dice mucho: Mujer enferma, mujer
eterna.
Nos sonreímos, pero no es el caso, mi
madre ha tenido la mente mal, pero su cuerpo funcionaba, ahora es
cuando el cuerpo ya no responde, la cabeza va por libre, pero no la
tiene nada mal, controla todo lo que ha ella le interesa.
Cuando te dicen que no anda ni se
levanta porque no pone de su parte, cuando se niega a seguir un
régimen de comidas y su salud, día a día va empeorando, te
preguntas tantas cosas...
Ayer por la tarde pasé la tarde sola
con ella, lo necesitaba...Pero es como una niña grande, de ochenta y
dos años, los cumplió el día que ingresó la primera vez, y como
una niña egoísta y caprichosa se comporta.
Reclama mimos y atenciones, reclama
visitas, reclama medicamentos que no le dan, reclama comidas que no
puede comer, reclama tantas cosas...es la eterna
insatisfecha...siempre lo ha sido, pero ahora, cuando su vida es
estar en la cama y tumbada en un sillón, ya no le queda nada más
que seguir reclamando, y su egoísmo seguir fluyendo.
El médico de allí y su medico de
Atención Primaria, ambos, le han dicho, que tiene que mentalizarse
de que tiene que ir a una residencia por lo menos hasta que yo me
restablezca de una operación que me tienen que realizar
próximamente. No quiere ni oír hablar de ello.
Ayer estuvo toda la tarde dándome
ideas y contándome sus planes para cuando salga del hospital y me
operen a mi, nada que ver con la cruda realidad.
Necesita ayuda para todo, no pone nada
de su parte para nada y ni siquiera se inyecta la insulina, necesita
a un personal veinticuatro horas, algo que he estado haciendo estos
días, entre ingreso y otro ingreso pero que no puedo llevar y menos
cuando estoy sola con ella. Me dice que se juró no volver a una
residencia, cuando hace unos años, se cogió un taxi y se fue de la
que estaba junto con mi padre, y yo le digo que le dije que la
cuidaría siempre que yo pudiera, pero no voy a poder, me duele
tanto... No es una cosa definitiva son unos meses para recuperarme,
pero es complicado, hoy el médico del hospital me decía que ella ha
vivido su vida y ahora tengo que vivir la mía y cuidarme ante la
enfermedad con la que convivo y los meses que me esperan. Que no es
fácil, pero que hay que tomar una decisión.
La señora que nos ayuda en casa no es
enfermera, una persona sola no puede cambiarla, bañarla. Hay tantas
cosas que aconsejan que salga de casa, y luego hay tanta soledad en
las residencias, cuando mi querido papa tuvo que ir a una de ellas,
poco importaba, porque no sabia ni quien era, ni donde estaba, y aun
así resulto tremendamente doloroso.
Sé que una madre jamás lo haría,
pero si no pudiera cuidar de su hijo lo tendría que hacer, ese es mi
caso pero al revés.
Mi cabeza no para desde hace más de un
mes...Otra madre ayudaría, diría que pensara en ponerme mejor, pero
ella no, ella me acusa y me recrimina, con palabras, actos y miradas.
De momento, espero que vuelva a casa,
en palabras médicas, mejor de la diabetes pero peor de su estado
general, y luego veremos pasar los días, y tome la decisión que
tome, no será fácil, en estos momentos, como en otros, necesito un
hermano o hermana para compartir lo duro y también lo bueno, pero
así son las cosas, sola me vi ante la muerte de mi querido padre y
sola me veo ante el deterioro y enfermedad de mi madre, nadie me
puede ayudar. Los centros de día están desaconsejados por su
oxigeno que lleva veinticuatro horas. Y tantas cosas...que no quiero
pensar en ellas, si algo tiene de bueno esta situación es que casi
no pienso en la operación que me espera, incluso se me escapan
fechas para las pruebas. Ni en como serán los días y meses sin la
medicación biológica que ya he suspendido para poder tener otra vez
defensas.
Pero todo se tiene que arreglar, yo
entraré en el quirófano mucho más tranquila si sé que mi madre,
esta bien atendida aunque sea en un sitio que no es su casa y al cual
no quiere ir. Espero que este tiempo que podamos estar juntas en
casa, los médicos se equivoquen y recupere, tanto, tanto, como para
estar tan mal como estaba antes de estos ingresos, que era mucho
mejor que como se encuentra ahora.
Tantos días en el hospital conviviendo
con varias familias, una abuela a la que la nieta le estaba dando la
comida en la boca, decía que quién se lo iba a decir...y la nieta
le contestó: y tu cuantas veces me lo has hecho a mí... y
justamente leí esta poesia.
El otro día leía una poesía de
Begoña Abad y me permito compartirla en mi querido Tintero
ANÁLISIS
A ella le acaban de sacar sangre,
sujeta un
algodón en su brazo.
El hijo le sujeta a ella...
el
abrigo, la bufanda, el bolso, las gafas…
¿Tomaste
por fin la pastilla ayer?
Hoy no puedo acompañarte
a la consulta,
dile al médico que por teléfono,
si
tiene algo que decirte, podemos hablar.
Ayer tuve un
día tremendo, tenemos dos de baja,
uno de
vacaciones, tremendo, tremendo…
Me pisaron una
noticia que tenía que haber dado yo
la dieron otros
antes…
Me supo mal ¿sabes?, estuve todo el día
enfadado,
enfadado conmigo, conmigo…
Que no
pasa nada, me decían, pero sí pasa, sí pasa…
¿Cómo
andas de naranjas?
La madre se mira, sin prisa,
el
pinchazo por donde salió la sangre,
la vida… Sólo
eso.
"A la izquierda del padre" ed. La
Baragaña.
Mi contestación fué que todos los
hijos lo hemos hecho alguna vez y a nosotros ya nos lo hacen...que la
Vida es una cadena.