miércoles, 2 de noviembre de 2011

ALBARRACIN




Estos últimos días paseo por Albarracín, yo sola, Antonio e Ibón quieren acompañarme, pero yo les he dicho que quiero ir sola...tengo mis motivos.

Estoy despidiéndome de Albarracín, en unos días dejaré de vivir aquí. Otro día escribiré sobre lo que ha significado este lugar en otros aspectos de mi vida, pero hoy escribo sobre el paisaje, el caserío, las calles, las luces, los ruidos...

Nunca he vivido en un lugar donde haya visto tan de cerca las Estaciones del año. El duro y crudo Invierno, con las heladas y la nieve, el ruido que hace al pisarla, y lo precioso que es ver caer los copos desde la ventana, cubriendo todo, anulando los colores y amortiguando los ruidos. La Primavera con la explosión de los colores de las flores, el vestirse de los arboles, el Verano, maravilloso con sus olores y las tonalidades de verdes infinitas y el para mí maravilloso Otoño, ves como se desnudan los arboles, ves que el suelo se tamiza con una alfombra de hojas amarillas, rojas, naranjas...

Cuando paseo por el rio, igual ves cambiar sus orillas, ves crecer la vida, las truchas, los cangrejos, los mosquitos, las mariposas, los trinos de infinidad de pajarillos... y ahora empieza el silencio, viene el frió, se acortan las horas del sol, pero no pierde belleza, se trasforma.

Me gusta pasear y oír solo mis pasos, no cruzarme con nadie, soñar que Albarracín, solo me pertenece a mí, al menos durante mi paseo, hoy precisamente, después de un fin de semana de mucha gente por la Ciudad, he vuelto a recuperar el silencio, no me he cruzado con nadie, no he oído nada, excepto el hablar de los arboles cuando me acercaba al río.

Mi mente ha volado y quiero creer que me hablaban a mí, que me decían que me echaran en falta como yo a ellos...ya los añoro y aún tengo la suerte de verlos desde la venta y los escucho de día y de noche, siempre que presto atención.

Es como el ruido del agua, me fascina, siempre te acompaña, nunca deja de oírse, no molesta, te mece, te relaja, te habla...si sabes y quieres escuchar.

Cada día recorro una parte de la Ciudad, como queriendo impregnarme de todos sus rincones, pero tengo mis preferidos, a los que vuelvo siempre, forman parte de mi paseo diario, nunca me canso de ellos. Cada día son diferentes, depende de la luz y de la hora en la que pasees.

Desde que a cambiado la hora, se hace de noche paseando, me gusta, he perdido el miedo que tenia de ir por la calle yo sola, antes vivía en un lugar con mucha inseguridad, me gusta ver como se van encendiendo lentamente las luces de las farolas y llega la noche.

Un momento antes, es la hora mágica, hoy me ha pillado justo cuando daba la vuelta por la carretera, en la curva de Santa María. y me encuentro de frente con todo el caserío de Albarracín, protegido por su muralla, con las luces de las farolas alumbrando tenuamente y sin irse la luz del cielo. Si pudiera elegir un momento de todo mi paseo me hubiera quedado con ese. Seguro que nunca lo olvidaré. Si supiera pintar, lo plasmaría en un lienzo, y no llevaba la máquina de fotos, confiaré, en mi memoria y sé que mientras la tenga, jamás olvidaré este momento que he vivido hace un rato.

Hace un poco más de 2 años que vivo aquí, y antes de vivir conocía Albarracín, lo admiraba, pero no me sentía parte de él. Ahora, no sé porque lo siento así y sé que siempre formará parte de mi vida.

He mirado la Muralla y la he visto solitaria, hoy no había turistas por sus paredes, hoy no le han hecho fotos, estaba allí majestuosa, solo para mí. Me gusta que la gente venga y la admiré, pero me gusta que se vayan y quedarme sola en mis paseos, con toda la Ciudad para admirar y sentir, sin voces, sin ruidos, sin gritos, solo dejando que la Ciudad hable, que cuente sus días, sus horas su historia...


Todos pasamos y nos vamos pero Albarracín, permanece, siempre estará aquí para futuras generaciones, pensar que estoy rodeada de tanta historia, me fascina, me siento pequeña, nuestros años no significan nada para ella, la Ciudad, que tiene tanto por contar, desde el principio de los Tiempos, hasta nuestros días, cuantas cosas han pasado por estas cuestas...

Tengo que dar las gracias a Antonio, no sería justa si no lo hiciera, él que ha nacido y vivido aquí, aparte del gran amor que siente por su Ciudad, me ha enseñado rincones que yo aún habiendo venido muchas veces, no conocía, también es cierto que yo venia con la horda de turistas y tampoco había escuchado a Albarracín, todo lo que tiene que decir, que es mucho, solo tienes que abrir los oídos y escuchar.

Ahora que se hace pronto de noche, me gusta ver las ventanas, con los visillos de ganchillo, con la luz detrás de ellos, y oler y ver salir el humo de las chimeneas, Albarracín, huele a Invierno, pero es un olor maravilloso.

En casa, esta casa que ha significado para mí muchas cosas, también hay ventanas con visillos de ganchillo, hechos por la abuela de Antonio, María, (la morena), es un pequeño homenaje a ella, que yo no he querido borrar, vivo en su casa, pero ella sigue presente en algunos detalles, no solo en los recuerdos de su nieto.

muchas noches antes de acostarme, me asomo a la ventana de la calle, no a la del parque, y miro las casas, veo las sombras que hacen las farolas, no hay nadie, somos los únicos vecinos que viven en esta parte de la calle, veo las casas, ahora, ya pasado el verano, vacias, las contraventanas cerradas, pero me gusta. Me acuesto tranquila, me gusta escuchar el silencio de la noche, solo alterado, alguna vez por algún gato, y sobre todo me gusta ver, la luz de un farol que tenemos justo enfrente de la cama, que ilumina toda la habitación, siempre me acuesto y nunca cierro los postigos, me gusta dormirme viendo el farol y la luz que juega con los rincones del cuarto, cuando Antonio viene a dormir, él se encarga de cerrar las contraventanas. Tengo que contaros que nuestra habitación es en laque nació Antonio, y dormimos en la misma cama, preciosa, tanto que aunque sea algo aparatosa, le he insistido para llevárnosla y tratar de crear un poco de esta atmósfera que tanto me gusta, en el lugar en el que ahora vamos a vivir. Es curioso un día le dije a Antonio lo que me gustaba la luz del farol y él me dijo que cuando él era niño también le gustaba y le atraía esa misma luz y ver el farol desde la cama, lo mismo que me ocurre a mí. A los dos nos ha fascinado .

También me gusta madrugar y ver las primeras luces, como viene el sol y empieza a llenar las calles de luz. Me gustan los días nublados, cuando el rosa de las fachadas de las casas parece que cobra vida, me gusta cuando llueve, su olor, el ruido de las canaleras, ver bajar el agua por estas cuestas, por un lado, si viene de las Murallas el agua es de color blanco, y cuando viene de color rojo es de la Sierra, llenando el rio de más Vida.

Me gusta, me gusta...podría seguir escribiendo mucho más, pero voy a dejarlo.

Los motivos que me llevan lejos de Albarracín, no anularán ni el recuerdo, ni los olores, ni los colores, ni nada de este maravilloso lugar, sé que cada día de mi vida que no este aquí añoraré algo de este lugar. Gracias bendita memoria, mientras no me dejes, nunca te olvidaré, Albarracín.

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