lunes, 10 de diciembre de 2012

CASI UN AÑO...REFLEXIONES


 
Dentro de unos pocos días hará un año que se cerro una época muy gratificante de mi vida.

Se cerró el Zaguán de Isabel, por problemas de mi salud, me fui de vivir en Albarracín, y volví a vivir a la Ciudad que me vio nacer, y a vivir con mi madre. Muchos cambios, mucha adaptación por parte de todos..

Ha vuelto a vivir conmigo Irene, mi hija, una de mis mayores alegrías en este año.

Veo que mi madre se encuentra mejor, más acompañada. Nunca podré desprenderme del sentimiento de “culpa” de no poder estar los últimos meses de vida de mi padre.

He recuperado a mi primo Rai, con el que nos vemos no mucho, porque los dos tenemos problemas de salud, pero siempre esta cerca de mi cuando lo necesito.

Fue la única persona de mi familia que me acompañó con mi padre, y ahora cuando mi hija, ingresó también estuvo conmigo, y eso que no tenia unos buenos días...Te quiero primo.

Un año intenso, un año de baja laboral, hasta pasar hace un mes el tribunal Médico y no concederme una pensión, ya que no tengo los años necesarios para ello.

Antonio ha hecho varios arreglos en el piso, bastantes, y aún le quedan...jajaja. Cuando le digo que cuando los hará me contesta en catalán, idioma que domina, ya veremos...


Muchas veces Antonio me pregunta, que que tiene Zaragoza para que me guste...probablemente si no fuera el lugar donde tengo mis recuerdos, sería una Ciudad más, que la visitas una vez y ya no vuelves...pero para mi que he vivido muchos años fuera de ella, significa el volver a mi casa.

El sentimiento de desarraigo que he tenido durante más de 30 años de ir a distintos sitios, distintas casas, distintas gentes, sin hacer relaciones duraderas...pasa factura.

Aquí tengo vecinos que conozco desde hace más de 30 años, pero como ocurre en las ciudades, no sabemos nada más allá del saludo en el patio o esperando el ascensor, hablar un poco del frío o del calor, y poco más. Excepto con un vecino que siempre he tenido relación, antes vivían en el piso de enfrente del mio, y varias ventanas coincidían, ahora vive en otro en el mismo pasillo, pero no nos vemos tanto.

El otro día mismamente le comentaba, cuanto echaba de menos a su mujer, Josefina, fallecida hace 15 años, cuando la conocí éramos una jóvenes, recién casadas, sin hijos, y la de horas que nos estabamos de ventana a ventana charrando...se fue muy joven, aún me parece verla cuando estoy tendiendo, en la ventana de la cocina, ventana a la que apenas me asomo, incluso los visillos no son trasparentes, porque mirar a su ventana aún me duele.

Otros vecinos tienen nietos, yo los recuerdo de padres jóvenes...

Pero si hay una cosa que me guste de la Ciudad es el anonimato que me da, algo que no disfrutaba desde hace muchísimos años.

Voy y vengo me siento en una terraza, en un banco, puedo hablar o no con quién tengo al lado, pero nada más, para mi es un lujo.

Hay quién puede sentirse deshumanizado en una Ciudad, yo me siento en mi lugar.

A todo esto tengo que sumar la proximidad del Hospital, con la de visitas médicas que tengo al cabo del año...puedo ir andando, en taxi, he ganado libertad, independencia.

Me muevo por la Ciudad sin necesitar que nadie me lleve, conozco sus lugares y sé como ir a ellos.

En “contra” tengo la pérdida de intimidad con mi pareja, y el saber que Antonio no le gusta vivir aquí...algo que me pesa y me duele.

Pienso que en la vida todo son etapas y ahora es esta. No por eso dejo de pensar en otros lugares donde he vivido, y algunos de los que no me hubiera querido ir...

Albarracín me ha marcado y mucho, por mi trabajo, por la belleza del lugar, por vivir solos como una pareja joven, por todo.

Ahora si las cosas fueran de manera diferente me gustaría pasar allí los meses de verano, ya que el Invierno es muy duro para mis enfermos huesos.

No obstante no hay noche en la que no piense en la habitación que tengo en casa de Antonio, en la luz del farol a través de los visillos...dormirme con esa luz era, es, un bálsamo para mi.

Allí recuerdo, días muy malos de mi enfermedad, recuperándome en la cama, con Antonio llevándome la comida y dejando que la medicación hiciera el resto. Yo solo tenia que llamarlo para que él viniera a ayudarme a levantarme de la cama.

Y nunca olvidaré cuando volví a la casa después del fallecimiento de mi padre, después de unos días que pasaron como si fueran una película, haciéndome la dura, sin llorar, sosteniendo a los demás, sin permitirme llorar, porque sabía que si lo hacia tod@s se hundirían.

Recuerdo el viaje a Albarracín, los dos solos, Antonio me dijo que el Zaguán seguiría cerrado hasta que yo dijera...y no me dejo entrar en ninguna habitación excepto en la nuestra, me ayudo a quitarme la ropa y a costarme, me dijo que durmiera, que llorara, que lo necesitaba, que él se encargaría de la comida, de todo, que yo “solo” tratara de recomponerme, que lo necesitaba.

No sé, creo que me dormí cuando mi cabeza tocó la almohada, y luego al despertarme, lloré, a solas, y cuando salí de mi querida habitación de Albarracín, era una mujer más madura, me había hecho mayor...Gracias a Antonio y a su casa, yo pude curar, lamer mis heridas a solas, dejar de oír voces, dejar de fingir, dejar de sufrir por todos, y pude pensar en mi. Nunca olvidaré esos días, sin ellos, no sé que abría sido de mi.

En todo este año han pasado cosas maravillosas, mi amiga Ana Pedrosa y su familia vinieron a casa y nos conocimos, fue maravilloso, luego fuimos nosotros a su casa, ahora son la familia que hemos elegido mutuamente, forman parte diaria de nuestra vida.

He encontrado a amistades en el face, de hablar diariamente, que saben de mis alegrías y de mis penas, que hablamos todos los días que si un día no sabemos de él o de ella ya estamos preguntándonos que le pasará.

Tengo mi cuadrilla de artríticas, que tanto ha hecho por mi, por la aceptación de una dura enfermedad, que compartimos y que tanto nos comprendemos.

También el teléfono nos ha unido aunque estén lejos geográficamente hablando porque los siento muy cerca.

En este año también he sufrido, hemos, una gran decepción con gente que no eran lo que pensamos, igual les pudo pasar a ellos con nosotros, no obstante no les deseo nada mal, ni me reiré jamas de sus problemas, cosa que ellos hicieron con los míos.

Ahora nuestra vida a cambiado y mucho, Antonio jubilado, yo sin trabajo fuera de casa, con la abuela, mi hija, mis hijo que va y viene e Ibón, alguna vez le digo a Antonio, te ha tocado el “gordo”, conmigo...

Nuestra vida es tranquila, tan apenas salimos del barrio en el que tenemos casi todo lo que necesitamos, vemos pelis, leo mucho, estamos calientes por la calefacción, en Verano Antonio se sorprendió del calor, 46º y le recordó Córdoba donde él vivió de adolescente.

Me encuentro mejor, no trabajo, he dejado la tensión de proveedores, compras, ventas, mi tensión esta un poco más controlada...el curso de mi AR, eso,sigue su curso, trato de andar todos los días por mucho dolor que tenga, mi bastón se ha convertido en parte de mi.

Hemos descubierto un bar en el Paseo Calanda, con terraza cubierta donde tienen un vino Somontano, que nos gusta y los fines de semana hacemos nuestro vermú...Así vamos pasando los días.

Nunca nadie es feliz completamente, la felicidad son pequeños momentos, estar juntos, reír, dormir abrazados. Somos una pareja que nos gustan las pequeñas cosas, las que para nosotros tienen un gran valor.

Ahora hay una sombra en nuestra vida, Irene mi hija ha enfermado, probablemente tiene una enfermedad Autoinmune, todas las mujeres enfermas de una de esas enfermedades no muy conocidas sabemos que tienen muchas posibilidades de heredarlas nuestras hijas, y mi temor se esta haciendo realidad. Ahora que ya dejo el Hospital lo llevamos mejor, día a día veremos su evolución, y confiemos en la medicina, aunque ahora con los tiempos que corren, no es para tener mucha confianza, con tanto recorte, algo que también nos preocupa a todos pero sobre todos a los enfermos crónicos.

Me gustaría, que esta crisis que tantos y tantos problemas esta generando se le viera el final, porque en ella están quedando una generación, la mejor preparada academicamente de este País, que no les queda otra que seguir en casa sin poder hacer su vida o salir de este País que sus abuelos tuvieron, muchos que dejar por política y hambre y ahora, 60 años después a ellos les esta ocurriendo lo mismo.

No me imaginaba volver a llenar las calles, ahora con mis hijos, y con miedo que te den o que te detengan, estamos viendo como se acaban los derechos que ha costado años, lucha, muertos... Veo la juventud, sin futuro...Los mayores con la Ley de Dependencia habían logrado más ayuda, Ley, que no ha sido derogada pero que no han destinado dinero, y cada vez hay más ancianos que viven sin ayuda de ninguna clase....

Las Universidades a las que podían acceder todos los jóvenes que tuvieran unas notas dignas..ahora ven que no pueden ir porque sus familias no pueden llevar a cabo el desembolso de tener un hijo estudiando, debido al paro de esas mismas familias, las becas inexistentes, y las subidas de tasas...Solo quieren que estudien los hijos de los que tengan dinero, menos oportunidades, más para los que más tienen¡¡¡

Y ahora para terminar con estas pequeñas o grandes reflexiones, una legal que no me gustaría que estuviera sucediendo pero de la que no soy responsable y que voy a llevar hasta sus últimas consecuencias legales.

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío...si yo fuera vengativa, ahora abría llegado mi hora, pero no lo soy, al contrario siento pena por lo que se avecina, solo el tiempo pone a cada uno en su lugar.

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