Dentro de unos pocos días hará un año
que se cerro una época muy gratificante de mi vida.
Se cerró el Zaguán de Isabel, por
problemas de mi salud, me fui de vivir en Albarracín, y volví a
vivir a la Ciudad que me vio nacer, y a vivir con mi madre. Muchos
cambios, mucha adaptación por parte de todos..
Ha vuelto a vivir conmigo Irene, mi
hija, una de mis mayores alegrías en este año.
Veo que mi madre se encuentra mejor,
más acompañada. Nunca podré desprenderme del sentimiento de
“culpa” de no poder estar los últimos meses de vida de mi padre.
He recuperado a mi primo Rai, con el
que nos vemos no mucho, porque los dos tenemos problemas de salud,
pero siempre esta cerca de mi cuando lo necesito.
Fue la única persona de mi familia que
me acompañó con mi padre, y ahora cuando mi hija, ingresó también
estuvo conmigo, y eso que no tenia unos buenos días...Te quiero
primo.
Un año intenso, un año de baja
laboral, hasta pasar hace un mes el tribunal Médico y no concederme
una pensión, ya que no tengo los años necesarios para ello.
Antonio ha hecho varios arreglos en el
piso, bastantes, y aún le quedan...jajaja. Cuando le digo que
cuando los hará me contesta en catalán, idioma que domina, ya
veremos...
Muchas veces Antonio me pregunta, que
que tiene Zaragoza para que me guste...probablemente si no fuera el
lugar donde tengo mis recuerdos, sería una Ciudad más, que la
visitas una vez y ya no vuelves...pero para mi que he vivido muchos
años fuera de ella, significa el volver a mi casa.
El sentimiento de desarraigo que he
tenido durante más de 30 años de ir a distintos sitios, distintas
casas, distintas gentes, sin hacer relaciones duraderas...pasa
factura.
Aquí tengo vecinos que conozco desde
hace más de 30 años, pero como ocurre en las ciudades, no sabemos
nada más allá del saludo en el patio o esperando el ascensor,
hablar un poco del frío o del calor, y poco más. Excepto con un
vecino que siempre he tenido relación, antes vivían en el piso de
enfrente del mio, y varias ventanas coincidían, ahora vive en otro
en el mismo pasillo, pero no nos vemos tanto.
El otro día mismamente le comentaba,
cuanto echaba de menos a su mujer, Josefina, fallecida hace 15 años,
cuando la conocí éramos una jóvenes, recién casadas, sin hijos, y
la de horas que nos estabamos de ventana a ventana charrando...se fue
muy joven, aún me parece verla cuando estoy tendiendo, en la ventana
de la cocina, ventana a la que apenas me asomo, incluso los visillos
no son trasparentes, porque mirar a su ventana aún me duele.
Otros vecinos tienen nietos, yo los
recuerdo de padres jóvenes...
Pero si hay una cosa que me guste de la
Ciudad es el anonimato que me da, algo que no disfrutaba desde hace
muchísimos años.
Voy y vengo me siento en una terraza,
en un banco, puedo hablar o no con quién tengo al lado, pero nada
más, para mi es un lujo.
Hay quién puede sentirse deshumanizado
en una Ciudad, yo me siento en mi lugar.
A todo esto tengo que sumar la
proximidad del Hospital, con la de visitas médicas que tengo al cabo
del año...puedo ir andando, en taxi, he ganado libertad,
independencia.
Me muevo por la Ciudad sin necesitar
que nadie me lleve, conozco sus lugares y sé como ir a ellos.
En “contra” tengo la pérdida de
intimidad con mi pareja, y el saber que Antonio no le gusta vivir
aquí...algo que me pesa y me duele.
Pienso que en la vida todo son etapas y
ahora es esta. No por eso dejo de pensar en otros lugares donde he
vivido, y algunos de los que no me hubiera querido ir...
Albarracín me ha marcado y mucho, por
mi trabajo, por la belleza del lugar, por vivir solos como una pareja
joven, por todo.
Ahora si las cosas fueran de manera
diferente me gustaría pasar allí los meses de verano, ya que el
Invierno es muy duro para mis enfermos huesos.
No obstante no hay noche en la que no
piense en la habitación que tengo en casa de Antonio, en la luz del
farol a través de los visillos...dormirme con esa luz era, es, un
bálsamo para mi.
Allí recuerdo, días muy malos de mi
enfermedad, recuperándome en la cama, con Antonio llevándome la
comida y dejando que la medicación hiciera el resto. Yo solo tenia
que llamarlo para que él viniera a ayudarme a levantarme de la cama.
Y nunca olvidaré cuando volví a la
casa después del fallecimiento de mi padre, después de unos días
que pasaron como si fueran una película, haciéndome la dura, sin
llorar, sosteniendo a los demás, sin permitirme llorar, porque sabía
que si lo hacia tod@s se hundirían.
Recuerdo el viaje a Albarracín, los
dos solos, Antonio me dijo que el Zaguán seguiría cerrado hasta que
yo dijera...y no me dejo entrar en ninguna habitación excepto en la
nuestra, me ayudo a quitarme la ropa y a costarme, me dijo que
durmiera, que llorara, que lo necesitaba, que él se encargaría de
la comida, de todo, que yo “solo” tratara de recomponerme, que lo
necesitaba.
No sé, creo que me dormí cuando mi
cabeza tocó la almohada, y luego al despertarme, lloré, a solas, y
cuando salí de mi querida habitación de Albarracín, era una mujer
más madura, me había hecho mayor...Gracias a Antonio y a su casa,
yo pude curar, lamer mis heridas a solas, dejar de oír voces, dejar
de fingir, dejar de sufrir por todos, y pude pensar en mi. Nunca
olvidaré esos días, sin ellos, no sé que abría sido de mi.
En todo este año han pasado cosas
maravillosas, mi amiga Ana Pedrosa y su familia vinieron a casa y nos
conocimos, fue maravilloso, luego fuimos nosotros a su casa, ahora
son la familia que hemos elegido mutuamente, forman parte diaria de
nuestra vida.
He encontrado a amistades en el face,
de hablar diariamente, que saben de mis alegrías y de mis penas, que
hablamos todos los días que si un día no sabemos de él o de ella
ya estamos preguntándonos que le pasará.
Tengo mi cuadrilla de artríticas, que
tanto ha hecho por mi, por la aceptación de una dura enfermedad, que
compartimos y que tanto nos comprendemos.
También el teléfono nos ha unido
aunque estén lejos geográficamente hablando porque los siento muy
cerca.
En este año también he sufrido,
hemos, una gran decepción con gente que no eran lo que pensamos,
igual les pudo pasar a ellos con nosotros, no obstante no les deseo
nada mal, ni me reiré jamas de sus problemas, cosa que ellos
hicieron con los míos.
Ahora nuestra vida a cambiado y mucho,
Antonio jubilado, yo sin trabajo fuera de casa, con la abuela, mi
hija, mis hijo que va y viene e Ibón, alguna vez le digo a Antonio,
te ha tocado el “gordo”, conmigo...
Nuestra vida es tranquila, tan apenas
salimos del barrio en el que tenemos casi todo lo que necesitamos,
vemos pelis, leo mucho, estamos calientes por la calefacción, en
Verano Antonio se sorprendió del calor, 46º y le recordó Córdoba
donde él vivió de adolescente.
Me encuentro mejor, no trabajo, he
dejado la tensión de proveedores, compras, ventas, mi tensión esta
un poco más controlada...el curso de mi AR, eso,sigue su curso,
trato de andar todos los días por mucho dolor que tenga, mi bastón
se ha convertido en parte de mi.
Hemos descubierto un bar en el Paseo
Calanda, con terraza cubierta donde tienen un vino Somontano, que nos
gusta y los fines de semana hacemos nuestro vermú...Así vamos
pasando los días.
Nunca nadie es feliz completamente, la
felicidad son pequeños momentos, estar juntos, reír, dormir
abrazados. Somos una pareja que nos gustan las pequeñas cosas, las
que para nosotros tienen un gran valor.
Ahora hay una sombra en nuestra vida,
Irene mi hija ha enfermado, probablemente tiene una enfermedad
Autoinmune, todas las mujeres enfermas de una de esas enfermedades no
muy conocidas sabemos que tienen muchas posibilidades de heredarlas
nuestras hijas, y mi temor se esta haciendo realidad. Ahora que ya
dejo el Hospital lo llevamos mejor, día a día veremos su evolución,
y confiemos en la medicina, aunque ahora con los tiempos que corren,
no es para tener mucha confianza, con tanto recorte, algo que también
nos preocupa a todos pero sobre todos a los enfermos crónicos.
Me gustaría, que esta crisis que
tantos y tantos problemas esta generando se le viera el final, porque
en ella están quedando una generación, la mejor preparada
academicamente de este País, que no les queda otra que seguir en
casa sin poder hacer su vida o salir de este País que sus abuelos
tuvieron, muchos que dejar por política y hambre y ahora, 60 años
después a ellos les esta ocurriendo lo mismo.
No me imaginaba volver a llenar las
calles, ahora con mis hijos, y con miedo que te den o que te
detengan, estamos viendo como se acaban los derechos que ha costado
años, lucha, muertos... Veo la juventud, sin futuro...Los mayores
con la Ley de Dependencia habían logrado más ayuda, Ley, que no ha
sido derogada pero que no han destinado dinero, y cada vez hay más
ancianos que viven sin ayuda de ninguna clase....
Las Universidades a las que podían
acceder todos los jóvenes que tuvieran unas notas dignas..ahora ven
que no pueden ir porque sus familias no pueden llevar a cabo el
desembolso de tener un hijo estudiando, debido al paro de esas mismas
familias, las becas inexistentes, y las subidas de tasas...Solo
quieren que estudien los hijos de los que tengan dinero, menos
oportunidades, más para los que más tienen¡¡¡
Y ahora para terminar con estas
pequeñas o grandes reflexiones, una legal que no me gustaría que
estuviera sucediendo pero de la que no soy responsable y que voy a
llevar hasta sus últimas consecuencias legales.
Dicen que la venganza es un plato que
se sirve frío...si yo fuera vengativa, ahora abría llegado mi hora,
pero no lo soy, al contrario siento pena por lo que se avecina, solo
el tiempo pone a cada uno en su lugar.
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